El papel del tutor o docente en el
aprendizaje colaborativo tiene que ser de un guía, el que acompaña, y al
interrelacionarse con los estudiantes fomenta el aprendizaje y estimula
a desarrollar las potencialidades de cada uno ellos, los ayuda a saber qué
hacer en cualquier actividad y como actuar con las tareas encomendadas. Debe ser un facilitador de conocimientos.
Especificar los objetivos de la actividad,
no sólo los objetivos académicos en su significatividad lógica y
psicológica, sino los objetivos que están relacionados con las
habilidades sociales. Es necesario que el estudiante sepa el qué y el
cómo se quiere lograr el aprendizaje.
Tomar decisiones previas a la enseñanza
respecto de la formación de los grupos en lo referente al tamaño, el
procedimiento para formarlos y los roles de los estudiantes, la
disposición del aula y de los materiales educativos de acuerdo a la
tarea.
Explicar la tarea y la estructura de objetivos a los estudiante,
en lo que se refiere a la actividad académica, los criterios para el
éxito y el sentido de cada uno de las componentes del aprendizaje
colaborativo; es decir, explica qué conductas quiere ver en sus
estudiantes.
Poner en marcha la actividad colaborativa, teniendo
en cuenta la necesidad de proporcionar espacios en el aula para que los
estudiantes trabajen colaborativamente y él, como docente, pueda hacer
observaciones e ir sistematizando información para poder retroalimentar a
todos los grupos. La sistematización se hace desde lo académico con las
concepciones de los estudiantes, los procedimientos en la solución de
problemas y todas las estrategias que se realizan para vivenciar los
principios del aprendizaje colaborativo, lo cual se transforma en
conocimiento pedagógico del docente, acervo que le permite hacer
retroalimentación a los mismos grupos y a otros en futuros semestres
académicos.
Controlar la efectividad de los grupos de aprendizaje colaborativo e interviene cuando es necesario. Algo
que siempre debe hacerse es el seguimiento de la actividad de los
grupos de estudiantes a través de la evaluación formativa; parte del
arte de la enseñanza consiste en saber elegir cuándo intervenir y cuándo
no hacerlo. Se interviene para: suministrar o corregir información que
ningún integrante del grupo ha proporcionado, hacer aportes
metodológicos y técnicos, alentar intervenciones que sean
argumentativas, identificar argumentos de autoridad como criterios de
verdad para obviarlos, evitar generalizaciones inadecuadas y, por
último, el docente interviene para asegurar la convivencia, el respeto
mutuo y la aceptación de las características personales de cada uno de
los integrantes de los grupos.
Evalúar los logros de los alumnos,
evalúa la cantidad y la calidad de lo aprendido por los estudiantes,
los ayuda a discutir cómo ha resultado la colaboración en el grupo, qué
limitaciones se dieron y de dónde provienen esas limitaciones. Estos
aportes pueden provenir del docente, de los estudiantes y de la
institución.
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